En los tiempos actuales, cuando el turismo se ha generalizado y ha dejado de ser una actividad de la que sólo unos pocos podían disfrutar, resulta a veces complicado salirse de los esquemas organizados cuando visitamos un nuevo lugar. Sin embargo, en muchas ocasiones, lugares menos conocidos o más alejados de las rutas turísticas habituales son los que encierran el alma del nuevo país que queremos descubrir: pequeñas ciudades, pueblos, paisajes escondidos.
Es el caso de Niš, la tercera ciudad por número de habitantes de Serbia. Situada a 240 km. al sudeste de Belgrado, fue fundada por los celtas en el siglo III antes de nuestra era y recibió su nombre por influencia del vecino río Nisavi (Naissa), también llamado por los celtas Vilina reka, “río de las hadas”.
Niš concentra en un pequeño espacio la esencia misma de los Balcanes. En sus calles se vive la historia y la tradición de un pueblo con mil influencias. Los yacimientos prehístóricos de Bubanj, Velika Humska Cuka and Mediana, la fortaleza de la época romana, cuando Constantino el Grande, nacido en Niš, convirtió la ciudad un importante centro económico, administrativo y comercial de la provincia Moesia Superior, acreditan el importante legado histórico de esta ciudad. Abundantes testimonios de estas y otras épocas posteriores, como los cinco siglos de dominación otomana, pueden ser contemplados en la ciudad y alrededores y en museos como el de Mediana, el Arqueológico, y monumentos como Čele Kula.
Considerada una de las ciudades más antiguas de Europa, Niš es conocida como la puerta entre el este y el oeste. Está situada en un magnífico entorno montañoso: Suva Planina, Svrljiške Planine y. Seličevica, y es un centro universitario de primer orden. Todo este patrimonio convive con una vibrante actividad lúdica y de ocio que hace de la visita a Niš una auténtica experiencia para los sentidos.